Thursday, August 31, 2006


Cuidado con MSN

Es segunda vez que me pasa. Ya se están haciendo habitual los malos entendidos por culpa del bendito MSN. Pero el último supero todas las expectativas...
Eran las nueve y media de la noche y, como de costumbre, me conecté. Veo la lista de contactos “online” y me pongo a hablar. Cuando miro por segunda vez la lista me doy cuenta que está conectada una compañera de la U (que obviamente no voy a dar su nombre, pues no sé si a ella le gustaría compartir la historia) con quien me llevo muy bien y siempre bromeamos. El asunto es que se me ocurrió la “brillante” idea de escribirle palabras “cochinas” en inglés. Pero no cualquier palabras, sino unas dignas de película porno gringa, las palabras eran muy, muy fuertes.
Yo, el muy wea, juraba que la estaba haciendo de lujo. Es más, estaba orgulloso de mi peculiar ingenio. Sin embargo, nada resultó como yo pensaba. Resulta que mi amiga estaba en la casa de su nuevo pololo. Cuando digo nuevo, es nuevo, llevaba sólo dos días con él. Y más encima era él quien estaba en el PC.
Él, muy galán, y después de escuchar el típico sonido de cuando llega un mensaje, le dice “mi amor, te están hablando” y ella toda coqueta le contesta “quién es y qué quiere”. Pero cuando él vio las palabritas que estaban escritas casi se le cayó la cara. Es más, le dio vergüenza decirle lo que significaban. Quizás qué pensó el pobre. Tal vez que su nueva pololita no era una santa como el creía, porque no cualquier jil trata así a una amiga. Pero si existía ese jil y era yo.
Cuando me responde y me dice que su pololo leyó todo pensé “chuta que la cagué”. La verdad, quería hacer un hoyo y enterrarme. Me sentía como el forro. Lo primero que pensé fue: y si este weón es karateca y me va a sacar la cresta a la U o si por mi culpa patea a mi amiga. De una u otra forma, me iban a pegar igual. Así que entre la vergüenza y el temor empecé a pedir disculpas. No me quedaba otra. Como dice el refrán, soldado que arranca sirve para otra batalla. Así que me deshice en disculpas y perdones, repitiendo que nunca más, nunca más.
Por suerte, él no era ni karateca, ni milico, ni tira, ni nada de esas weas. Por suerte, porque si no, no estaría escribiendo esta historia. Resultó ser un joven bastante simpático y que se toma la vida con humor. Después me enteré que incluso se rieron con mi broma. Claro, después que ella le explicó que siempre tonteábamos, y que yo me disculpé como cien veces.
Desde ahora, antes de empezar el weveo por messenger me aseguro de estar hablando con la persona que corresponde. Gran lección, porque no estoy ni ahi con meter la pata nuevamente.

Monday, August 07, 2006

¿Modernidad?


Chile está pasando por uno de los mejores momentos, económicamente hablando. El precio del cobre está cada día más alto, por lo tanto, produce mayores ganancias al fisco chileno. La suma asciende a más de 11 mil millones de dólares. Esa estimación es mayor en 69% a lo recaudado en 2005, tanto de la minería pública como privada, con lo que el superávit fiscal del año 2006 rondaría en torno a los US$ 8.000 millones, contra US$ 5.400 millones del año anterior.

Esto sucede, porque parte del país, al menos la más visible mediáticamente, se ha posicionado en el mercado mundial, siendo parte del mundo globalizado . Nos referimos a la clase alta y media, los denominados por el sistema económico como “los emprendedores”.

Por lo tanto, si nos remitimos específicamente a la capital, podríamos decir que Chile es un país moderno, pues el mercado y sus leyes dominan la forma de vida de quienes habitan en una parte de él. Es decir, “ fue ese nuevo orden económico y social el que hizo de las relaciones de mercado el patrón cada vez más universal de conexión e interacción de los actores tanto colectivos como individuales”.

En definitiva, hay gente –los insertos en las leyes del mercado- que le toca disfrutar del progreso, de la bonanza económica. Ese es el Chile de los Tratados de Libre Comercio, de las carreteras concesionadas, de los grandes edificios en la zona oriente de la capital. Además son quienes tienen acceso a la tecnología de la época. Por lo mismo, se sienten fuera de lugar o incompletos si no andan con su notebook , con su Ipod, o con su celular de última generación.

Sin embargo, hay otro Chile, el que rara vez sale en los medios de comunicación. Son los chilenos que no tienen agua potable, alcantarillado, luz eléctrica, menos acceso a Internet en sus hogares . Sus casas son construidas con restos de basura; ellos aún deben limpiar un piso de tierra y lavar su ropa a la usanza antigua.

Por lo tanto, podríamos decir que estos dos grupos de chilenos , si bien es cierto pertenecen al mismo país, pareciera que viven en distintas épocas históricas . Es decir, tal como lo expresa Carlos Monsiváis en su texto Aires de familia “no hay un presente compartido”.

Parece que hay dos Chiles. Uno en el que su población vive en pleno siglo XXI, pues disfruta de todos los adelantos tecnológicos. Asimismo , su vida gira en torno al trabajo intensivo, basado en la racionalidad instrumental, la especialidad de las funciones, la disciplina personal, el horario estructurado . Y, lo más relevante, el éxito medido en términos de recompensa económica, es decir, “el individualismo, la competencia y el consumismo se han convertidos en valores exaltados por un discurso ideológico materialista que ha llegado a ser el componente sustantivo de las nuevas élites políticas en el poder”.Por el contrario, otro Chile que su población vive como en el siglo XIX. Sin acceso a la tecnología, a educación de calidad y con altas tasas de natalidad . Por ejemplo, en lugares más apartados como Chiloé aún continúa la vida en comunidad, dónde las redes de apoyo son importantes para subsistir en el día a día. Ellos aún se rigen por los ritos, las costumbres, las creencias o el ciclo natural. De ahí que, en este lugar , es común escuchar las historias de “ El Trauco” y“ La Pincoya ”. En cierto modo, Chile aún vive la lucha entre: Tradición versus Modernidad.

En la ciudad prima lo individual ante lo grupal. Tal como dice el viejo refrán “cada quien se rasca con sus propias uñas”. Se puede decir que es en este lugar donde se “encuentra el equilibrio entre la conducta más desenfadada y las trampas morales”. Los habitantes tienen mayor libertad de elección y temen menos al “ qué dirán”. Así mismo, , considerando que en las grandes urbes la religión a disminuido su influencia, se han producido cambios en el tema valórico. Por ejemplo, lo que antes era espantoso, como la homosexualidad, según la última encuesta de la Fundación Chile 21, ahora es mucho más aceptada

Por el contrario, en la parte rural o en pequeñas localidades podemos hacer alusión a otro antiguo proverbio “pueblo chico, infierno grande”. Por el hecho de la vida en comunidad, donde todos se conocen y de una u otra forma están relacionados. La privacidad tiene otros límites, que no son sólo las cuatro paredes de una casa. Es decir, si hay un escándalo en el pueblo, es seguro muy pronto será un tema de dominio público, en el que todos opinarán.

Si hacemos una analogía a los medios de masas, es lo que sucede con la farándula. Pues estos personajes exponen sus vidas, sus alegrías , sus desilusiones; pese a que cuando tienen penas o episodios que no quieren compartir, ya es demasiado tarde, porque todos se sienten con el valor moral para enjuiciarlo. En cierta forma, programas de este tipo son la prolongación de la Plaza del pueblo o los populares Centros de madres.

Con lo que respecta a la vida en la cuidad o en el pueblo, queda a criterio de cada uno definir , según sea el caso, “ cuál es el Paraíso y cuál es el Infierno”.

El hecho de no compartir un presente se expresa no tan sólo en el modo de vida – grupal o individual -, sino en algo tan cotidiano como los utensilios o artefactos que hay en las distintas viviendas de los chilenos. Mientras unos tienen calefacción en toda la casa, otros calientan sus hogares con braseros; mientras unos cocinan en base a gas o electricidad , otros lo hacen con restos de madera; mientras unos están hiperconectados, pues tienen acceso a todos los medios de comunicación, otros sólo se informan a través de la radio y la tv ; mientras que si unos se enferman tienen acceso a la mayor tecnología para curar sus enfermedades, pues cuentan con el dinero para pagar los costosos tratamientos, otros deben esperar ser atendidos por el servicio público y no con los mismos resultados.

Por lo mismo, los Gobernantes de este país han tomado como bandera de lucha eliminar la desigualdad. Por eso no resulta extraño que los dos últimos Presidentes de Chile hayan salido electos con los eslogan “Crecer con igualdad” y “Estoy contigo”. Porque no es posible que en una nación con una “economía sólida” como la chilena, exista una brecha tan extensa entre ricos y pobres. No debería ser posible que tal como dice este ensayo unos vivan en el siglo XXI y otros aún en el siglo XIX.

No debe ser excusa que por las distancias geográficas el progreso no se expande de manera uniforme en nuestra nación. Esto no quiere decir, que se pierdan las tradiciones o valores propios de la zona. Lo correcto sería buscar el equilibrio entre la identidad cultural y el acceso a formas de vida dignas. Lo ideal es, que cada persona , sin importar su origen, pueda surgir de acuerdo a sus méritos y capacidades y no dependa si su familia tiene más o menos dinero.

Por eso, los Gobiernos, en los últimos años, crearon métodos para otorgar créditos a alumnos pobres que estén cursando estudios , tanto en Universidades como Centros de Formación Técnica. Asimismo, a nivel nacional está funcionando el programa “Enlaces” que permite el acceso gratuito a Internet , en lugares especialmente destinados, para todo aquel que quiera acceder a esta tecnología. También el Estado otorga subsidios para que las familias más humildes puedan conseguir una casa propia. De este modo, pretenden ayudar a que la gente pobre pueda , en mayor o menos medida, vivir en la modernidad.

Chile pronto cumplirá 200 años desde que fue promulgada su Independencia. Esta es un fecha histórica y , además, simbólica, pues será posible medir cuánto realmente progresó. ¿Habrá dejado atrás el fantasma del subdesarrollo? ¿ Habrá mayor equidad entre los chilenos? ¿ Aún seguirá siendo el dinero un factor fundamental en el acceso a una educación de calidad? Probablemente muchas de estas interrogantes no tendrán la respuesta que nosotros esperamos, pero lo que en realidad importa, es que los líderes y políticos de esta Nación , estén trabajando en forma seria para solucionar los problemas.

A modo de conclusión, en el cumpleaños número doscientos de nuestro país, sin duda, habrá muchos que querrán celebrar y sentirse parte de los progresos alcanzados. Sin embargo, en esta fecha , en la que todos merecemos festejar , los ciudadanos debemos poner empeño para que la gran “torta” de esta fiesta , de una vez por todas, se reparta en forma igualitaria.